viernes, 8 de junio de 2012

El cacerolazo y su lado oscuro


Sería muy fácil sentarme a escribir y contar la risa que me provocaron algunas fotos de los cacerolazos que vinieron sucediendo en los últimos días.
También sería fácil hablar de la indignación que me produjeron las agresiones hacia periodístas que no pertenecían al Grupo Clarín y el silencio y complicidad de los períodistas que defienden la libertad de prensa y abogan por el derecho a preguntar. Casi como justificando o alentando a que esto siga sucediendo.
Mas fácil aun sería contar lo obvia que fue la cobertura por parte de los grupos medíaticos opositores que ya tenían editoriales para contar una masiva marcha que nunca fue y cronistas que cubrían la misma sin ser molestados. Más aún, su cara combativa del momento (por si no queda claro, Lanata) recorría punto a punto todas las zonas de conflicto para chequear que este todo ok. Ni hablar una nota de urgente 24, que describió una situación que jamás existió.
Lo que si creo que no es fácil de contar es que lo obvio trae connotaciones oscuras que muchos ya no queremos ver.
Lo que se vivió en estos días no es mas ni menos que la clase alta protestando porque no pueden manejarse como quieren, hacer lo que se les cante y no pagar los impuestos como el resto de los ciudadanos.
Históricamente, nuestra clase de mayor adquisición y dueña de la mayoría de las tierras, trabajaron para que el Estado un mero garante de sus negociados y donde ellos tuviesen una posición dominante tanto en lo político como en lo económico. Armaron un modelo económico agroexportador y un sistema de fraude en el cual siempre eran las mismas familias quienes manejaban el país.
A partír de 1890, la situación se les empieza a escapar de las manos y 26 años después, llega el primer gobierno elegido por el pueblo (sin fraude) a través de la ley Saenz Peña. La UCR, de la mano de Yrigoyen llega al poder para cambiar la situación política, pero no económica. El poder económico quedaba en manos de las mismas familias. Y así se estuvo hasta 1930, donde a esta clase no estuvo de acuerdo con lo que estaba pasando (YPF, primeras industrias nacionales, etc), derrocaron al gobierno yrigoyenista, con un golpe gestado desde las oficinas del diario La Nación (les suena familiar?).
Lo mismo pasó en el 55 y en el 76, donde se volvió a implementar un sistema liberal en el peor de los sentidos, impulsado por La Nación y llevado a cabo por el hijo del fundador de la Sociedad Rural Argentina, Martinez de Hoz.
No es casual que esos cuatro momentos históricos, los que protestaban no era la clase trabajadora, sino que era la clase mas alta, esa que nunca se sintió criolla y que hablaba en francés. Esa clase que habla de libertades, pero piden represión y mano dura. Que piden asistencia del Estado, pero se enojan con los subsidios. Esa clase que se queja de la corrupción y explota trabajadores en los campos y que evade impuestos.
Esta reseña es simplemente una advertencia de que nada es casual y que, por mas ridículos que sean, estas personas no tienen problemas en solucionar todo por la fuerza y cagarse en todas las libertades con tal de seguir haciendo lo que quieren...
Estemos atentos...

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